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Barcelona, una ciudad que crece sin espacio

Barcelona no deja de transformarse. En 2024, la ciudad alcanza los 1.686.208 habitantes, según el Institut d’Estadística de Catalunya (IDESCAT). Con una superficie de apenas 101,35 km², eso significa una densidad de 16.637,5 habitantes por kilómetro cuadrado, una de las más altas de Europa. Cada rincón cuenta, y eso se percibe en la vida diaria: el espacio escasea, la vivienda se encarece y la ciudad se reinventa una y otra vez para seguir respirando.

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Una población en constante crecimiento

El aumento de población es una tendencia que no se detiene. Desde finales de los noventa, cuando Barcelona tenía menos de 1,5 millones de habitantes, la ciudad ha sumado más de 200.000 nuevos residentes. El crecimiento se ha acelerado en los últimos años, en parte por la atracción que ejerce sobre jóvenes profesionales y familias extranjeras.

A pesar de su tamaño limitado, Barcelona mantiene un flujo constante de nuevas llegadas. En 2023 ya se registraban más de 100.000 inmigraciones externas, la mayoría procedentes del resto del mundo, lo que demuestra el papel global que la ciudad sigue jugando.

Una ciudad más internacional que nunca

Según los datos de Barcelona.cat (enero de 2025), el 26,4 % de la población tiene nacionalidad extranjera, y alrededor del 35,4 % nació fuera de España, lo que equivale a más de 600.000 personas. En total, conviven en la ciudad 182 nacionalidades distintas, un número que por sí solo define el carácter abierto e internacional de Barcelona.

En 2017, las nacionalidades más numerosas eran Italia (29.272 residentes), China (19.866) y Pakistán (19.285), seguidas de Francia, Marruecos, Bolivia y Colombia. Ocho años después, la fotografía ha cambiado radicalmente. En 2025, los grupos más numerosos son los de Argentina (~50.000 personas), Colombia (~42.500) y Perú (~38.800), reflejando un giro hacia la migración latinoamericana, especialmente en los distritos centrales.

Este cambio no solo es geográfico, también es generacional. La edad media de la población extranjera ronda los 35 años, mientras que la de la población autóctona supera los 47. La inmigración ha rejuvenecido el perfil demográfico de la ciudad, inyectando vitalidad en un entorno urbano donde el envejecimiento es un desafío creciente.

Además, el nivel educativo es alto: el 43,1 % de los residentes extranjeros tienen estudios universitarios o superiores, y entre los procedentes de la Unión Europea la cifra asciende al 65,5 %. Este perfil explica la presencia de nuevos profesionales en sectores como la tecnología, la hostelería, la cultura o los servicios digitales, que se integran en un tejido económico diverso.

Por distritos, la presencia extranjera se concentra sobre todo en Ciutat Vella, donde más del 52 % de los habitantes son de origen extranjero, y en l’Eixample, que suma 271.000 residentes nacidos fuera de España (27,8 % del distrito). En barrios como el Raval, la Sagrada Família o Poble-sec, la mezcla cultural es ya parte esencial del paisaje humano de la ciudad.

Nuevos hogares, nuevas formas de vivir

El modo de habitar Barcelona también está cambiando. En 2021 se contabilizaron 671.178 hogares, de los cuales 207.975 estaban formados por una sola persona. Eso significa que casi un tercio de los hogares son unipersonales, un fenómeno que refleja tanto la individualización de la vida urbana como el impacto del precio de la vivienda.

Las parejas sin hijos (135.291) y los hogares monoparentales (93.945) completan un panorama en el que la familia tradicional deja paso a una ciudad de pisos pequeños, vecinos solitarios y rutinas aceleradas.

Economía activa y renta alta, pero desigual

Barcelona sigue siendo un motor económico. En 2023, la población activa sumaba 782.609 personas, de las cuales 724.620 estaban ocupadas y 57.989 en paro. La renta familiar disponible alcanzó los 23.003 euros por habitante en 2022, un 20 % superior a la media catalana, lo que confirma la fortaleza económica de la capital.

Sin embargo, las diferencias entre distritos son notorias. Mientras en Sarrià-Sant Gervasi los ingresos medios son elevados, en Nou Barris o Ciutat Vella la renta disponible cae muy por debajo de la media. La ciudad mantiene su dinamismo, pero también una brecha social persistente que se refleja en el acceso a la vivienda, la educación y la movilidad.

El problema eterno: la vivienda

El espacio es el recurso más escaso de Barcelona. En 2024 se iniciaron solo 1.151 viviendas, y de ellas 874 fueron de protección oficial, lo que evidencia la falta de suelo y la lentitud del mercado inmobiliario. Aunque el porcentaje de vivienda pública es alto, la cifra total resulta insuficiente frente a la demanda.

El resultado es evidente: alquileres que no dejan de subir, jóvenes que se mudan a municipios metropolitanos y un acceso cada vez más difícil a la compra o al arrendamiento. En una ciudad con más de 16.600 habitantes por km², el reto de la vivienda no es solo económico, sino también estructural.

Turismo y movilidad, motores con doble filo

El turismo sigue siendo un pilar de la economía. En 2024, Barcelona contaba con 751 hoteles y 82.827 plazas hoteleras, lo que confirma su posición como destino global. Sin embargo, esta potencia turística también incrementa la presión sobre el mercado de vivienda y los servicios urbanos.

En cuanto a movilidad, el parque de vehículos de 2023 registró 886.095 unidades, de las cuales 516.415 eran turismos y 258.109 motocicletas. Barcelona es, de hecho, una de las ciudades europeas con mayor número de motos por habitante, una solución práctica frente al tráfico y la falta de aparcamiento, pero que también plantea desafíos medioambientales.

Participación política a la baja

Los datos electorales recientes confirman una tendencia a la desafección política. En las elecciones municipales de 2019 votó un 66,2 % del censo, y en las generales de ese mismo año un 73,4 %. Pero en las elecciones al Parlament de Catalunya de 2021, la participación cayó al 57,1 %, la más baja registrada. Barcelona vota menos, y eso refleja una distancia creciente entre ciudadanía y política autonómica.

Una ciudad que busca equilibrio

Barcelona 2024 es más densa, más joven y más internacional que nunca. Los datos del IDESCAT y del Ayuntamiento muestran una urbe que late con fuerza, pero también una ciudad al límite del espacio habitable, donde la convivencia entre turistas, recién llegados y vecinos de toda la vida marca el día a día.

El reto de los próximos años será mantener ese equilibrio: seguir siendo una ciudad abierta y diversa, sin perder calidad de vida. Porque detrás de los números hay algo que no cambia: la capacidad de Barcelona para reinventarse y seguir atrayendo al mundo sin dejar de ser ella misma.